¿ERES VICTIMA DEL PLATO LIMPIO? 😯🍽️

Hola,

Hace poco en un almuerzo con el Team de Fuly nos dimos cuenta de algo: todos en la mesa terminamos todo lo que había en el plato, incluso cuando ya estábamos llenos.

Puede ser irónico que en Fuly hablamos de los desafíos que enfrentan los niños con su alimentación, pero a menudo ignoramos los nuestros (como adultos y como padres).

Lo que experimentamos en ese almuerzo, de hecho, tiene nombre: Síndrome del Plato Limpio. Probablemente te haya pasado alguna vez, si no es que muchas. Y es un hábito formado desde la infancia.

Frases como “No te paras de aquí hasta que termines” o “¿Sabes cuántos niños no tienen qué comer?” seguramente te suenan.

¿Por qué nos pasa?

  • Culpa: Crecimos escuchando frases que conectaban dejar comida con irresponsabilidad o egoísmo.
  • Cultura: En muchos hogares, dejar comida en el plato se considera de mala educación, especialmente si estás con otras personas.
  • La herencia: Algunos padres y abuelos vivieron épocas difíciles y nos enseñaron que comer todo era sinónimo de aprovechar al máximo.
  • El valor emocional de la comida: Terminar todo puede parecer una forma de honrar el tiempo o amor que alguien invirtió al prepararla. Y no hacerlo, una forma de ser “desagradecido”.
  • Miedo al desperdicio: Más allá de la cultura, ver comida sobrante puede generar ansiedad por el impacto ambiental o económico que implica.

Ahora, como adultos, deberíamos tener la capacidad de decidir cuánto y qué comemos. Pero, ¿qué pasa cuando nos enfrentamos a presiones sociales? Un almuerzo familiar, una cena en casa ajena o un almuerzo de trabajo, es difícil dejar comida en el plato sin sentirnos culpables o temer parecer maleducados.

Entonces, ¿Cómo podríamos romper con el síndrome?

  1. Aprender a decir "no" (sin culpa): Es más fácil decirlo que hacerlo, pero si tu cuerpo te está dando señales, acéptalas, incluso si estás en un contexto social.
  2. Cambiar la narrativa interna: Dejar comida no significa desperdiciar; significa escuchar a tu cuerpo. Siempre puedes guardar lo que sobra para después (o tal vez compartir).
  3. Servir porciones más pequeñas: Si tienes la opción de servirte, empieza con una cantidad que estés seguro de terminar cómodamente. Siempre puedes repetir si aún tienes hambre.
  4. Romper con los mitos de la infancia: Reconocer que lo que te enseñaron tus padres era lo mejor que podían hacer con las herramientas que tenían, pero ahora tú puedes decidir cómo relacionarte con la comida.

El camino hacia una relación más saludable con la comida no es lineal ni sencillo, tampoco es rápido, pero cada paso cuenta.

Nota: Otro síndrome recurrente en estos días es el famoso síndrome postvacacional. Pero eso lo dejamos para otro día. ✌️

¿Has experimentado algo parecido al síndrome del plato limpio? ¿Recuerdas alguna anécdota? 

Hasta la próxima, 

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR